El reemplazo de Biden por su vicepresidenta revitalizó la campaña electoral. Más joven y enérgica, Harris dejó en segundo plano a Trump. Sin embargo, sus posturas sobre los problemas del país y su programa económico son ideológicamente confusos y podría abandonar las orientaciones neorooseveltianas de su antecesor , Harris empezó la campaña rodeada de misterio.
¿Quién era? ¿Qué defendía? ¿El programa de Biden o su propio programa? Gran parte de la Convención consistió en describir su personalidad, sin miedo a hacer demasiada apología de su integridad moral. Kamala reza por vos cuando estás en una mala racha; te llama para desearte feliz cumpleaños e incluso a veces te lo canta; no hace cumplidos con palabras vacías, sino que los expresa con precisión, como se debe. Además, Kamala te mira, “te ve realmente”; “luchar por los otros y por lo que cree justo” es “más fuerte que ella”. Encima, como no podía ser de otra forma, viene de un simpático entorno de clase media. En el discurso que pronunció la última noche –más de dos veces más corto que el discurso de su adversario republicano en su propia Convención–, Harris se mostró seria y concentrada, dejó de lado por un rato su característica risa.
Frente a un público exaltado, habló con voz tranquila, como una socorrista que intenta calmar a un paciente en plena crisis. Pero esos cuarenta minutos le bastaron para abordar una increíble variedad de temas. Después de haber acusado a Trump de ir en contra de los principios democráticos y del interés nacional, y de haberlo superado por la derecha al pedir un Ejército más fuerte, fronteras mejor protegidas y una mayor firmeza frente a China, Harris se puso a prometer todo a todos. Los consumidores verían bajar los precios. Las empresas emergentes accederían más fácilmente a los capitales. El trabajo y el capital marcharían de la mano. El acceso a la vivienda ya no sería impagable.
Y eso no era todo: también sería implacable en la lucha contra la violencia armada, garantizaría un aire más puro, pondría fin a la guerra en Gaza, mostraría los puños frente a Irán y desafiaría la “tiranía” en todo el mundo. Votar por ella te otorgaría “el mayor privilegio sobre esta tierra: ‘el orgullo de ser estadounidense’”. Es fácil burlarse de las promesas de los demócratas; su retórica es una parodia de sí misma.
Análisis UNAL: Saber para interpretar.
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