El compositor inglés Jonty Harrison nació en 1952, hace 70 años. La importancia de Harrison para el desarrollo de lo que ha venido a llamarse la música electroacústica es fundamental y en el programa de hoy queremos acercar a nuestra audiencia a su particular universo sonoro. De su artículo LA FRONTERA FINAL leemos: “De acuerdo con los libros de historia de la música el mayor logro del medio electroacústico ha sido el de proporcionar los medios para controlar el timbre y el espacio. De hecho la electroacústica abrió mucho más que esto, en especial un nuevo paradigma para manipular e interactuar con el sonido directamente, y no a través de un sistema de notación. El tema del espacio, prácticamente ignorado por fuera del ámbito acusmático ha sido una de las mayores preocupaciones desde la segunda mitad del siglo XX , cuando el espacio se convirtió en un aspecto importante por derecho propio, algo valioso para hacer parte del pensamiento musical. Ello se dio de dos maneras: el serialismo integral que permitió la organización de todos los parámetros musicales como altura, duración, intensidad, timbre y porque no espacio. Así como podemos percibir un intervalo entre dos tonos, también podemos percibir un intervalo entre los sonido que se originan por acá y los que se originan por allá.
La otra forma fue el desarrollo del sonido grabado, el cual abre una amplia gama de posibilidades para una interacción creativa con los eventos sonoros y para componer utilizando el material sonoro. En primer lugar y de manera evidente porque no tenemos que limitarnos a utilizar únicamente aquellos sonidos que previamente han sido definidos como musicales. Cualquier sonido que puede ser grabado, o sea todos los sonidos posibles, se convierten en potencial material compositivo. En segundo lugar podemos alterar la forma en que reproducimos esos sonidos. Podemos cambiarles la velocidad creando una transposición que altera no solo el tono sino también otros parámetros como el ataque. Podemos alterar la dirección de la reproducción en cuyo caso invertimos la percepción del sonido.
El sonido grabado nos revela la habilidad del micrófono de revelarnos aspectos del sonido a los que normalmente no tenemos acceso. La mayoría de las veces cuando escuchamos música en condiciones digamos normales escuchamos desde afuera. El micrófono nos permite escuchar el interior del sonido, colocarnos adentro.
Por supuesto existe una música que hace precisamente esto. En 1948 Pierre Schaeffer, productor e ingeniero en Radio Francia, comenzó a examinar y manipular grabaciones sonoras experimentando formas de alterar el sonido y grabar el resultado. Teniendo en cuenta que la notación musical occidental no puede incluir todos los matices y sutilezas que sabemos que existen en la música, la notación se convirtió en el factor normativo que determinaba que es y que no es música. La música se legitimaba por la notación y no por el sonido mismo. Generaciones de analistas y musicólogos nos han persuadido que el valor de la música reside enteramente en valores arquitectónicos y criterios cuantitativos que hacen parte de un constructo que está más allá del sonido mismo. Yo rechazo esta visión de la música, ofreciendo a cambio criterios orgánicos y cualitativos para la construcción musical, basado en las realidades perceptibles que se encuentran en el material sonoro mismo. Esta es la base misma de la música concreta. De la misma manera que en las artes plásticas, el compositor trabaja directamente con el material mismo en vez de hacerlo con la mediación de la notación musical y las lógicas que ella impone.
Link al artículo completo (en inglés):
http://econtact.ca/14_4/harrison_spatialstrategies.html
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