El 15 marzo de 1972, se estrenó en un cine de Manhattan la película EL PADRINO, destinada a cambiar la imagen de los inmigrantes italianos en el mundo y dio a conocer internacionalmente a los criminales de la mafia.
Esta película se convirtió de inmediato en una de las diez mejores películas de todos los tiempos, y el American Film Institute la sitúa en el tercer lugar, tras CIUDADANO KANE y CASABLANCA.
Se cumplen ahora 40 años de una película que sigue siendo ensalzada y amada por muchos, mirada con desconfianza y cierto recelo por otros, pero la fascinación de la película resulta innegable.
La paradoja resulta cuestionable, pues tal fascinación se desprende de una historia cuyo tema crea una empatía y complicidad que absuelve o mira con tolerante complicidad a sus protagonistas, pese a reprobable de su violencia.