A un grupo de mujeres que viven con epilepsia, se le aplicó un programa de atención farmacéutica consistente en seguimiento farmacoterapéutico, educación para la salud, monitoreo de anticonvulsivantes, información sobre el uso adecuado de los medicamentos y ayudas prácticas para mejorar la adherencia y los hábitos de vida.
El impacto se evaluó con la autoaplicación de una serie de cuestionarios especializados, muchos de ellos utilizados a nivel internacional, en la primera entrevista y al finalizar los seis meses de seguimiento.
Como resultado específico se pudo comprobar que el programa mejora la calidad de vida desde el punto de vista clínico.