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Análisis UNAL
Presencia Centenaria

Música atonal para todes II

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El 26 de julio de 1921, hace 100 años, el compositor austríaco Arnold Schoenberg escribía el vals de sus cinco piezas para piano op 23, obra que sería publicada en 1923. Esta pieza es considerada la primera obra dodecafónica en la historia de la música. Es decir la primera vez que un compositor desarrolla un método de composición basado la utilización de los 12 tonos de la escala cromática.

Es este nuestro segundo programa de un breve ciclo que bajo el título Música Atonal para Todes hemos venido presentando. Muchos melómanos y lamentablemente también músicos, consideran la música atonal, es decir aquella que no se rige por las reglas de la tonalidad, la música denominada dodecafónica o la posterior serial, como puro ruido, caos y música desagradable. Basta leer algunos comentarios, afortunadamente minoritarios, sobre ella en las distintas plataformas virtuales de difusión musical. Hemos denominado estos programas Música Atonal para Todes por una razón: aún hoy, cien años después de creada, esta música sigue siendo incomprendida y deformada, utilizada como sinónimo de música fea. En agosto de 2018, los operadores del tren metropolitano de Berlín anunciaron un plan para la implementación de un programa piloto en la estación Hermannstrasse del barrio de Neukoelln, en el que se utilizaría “música atonal” para impedir que las personas sin hogar se quedaran a dormir dentro de la estación. Lo que querían significar utilizando el término atonal era por supuesto su percepción de que esta música es el paradigma de la “música fea”.

En cuestión de días la “Iniciativa para la nueva música en Berlín” respondió presentado el happening “Música Atonal para Todes”. En este programa entonces queremos valorar la música atonal, rescatar su esencia, dar una visión de ella que escape a los prejuicios y preconcepciones instaladas en el imaginario popular por una cultura hegemónica que sataniza lo nuevo y experimental con el objetivo de mantener cautivo a un público pasivo, adocenado y acrítico que solo busque el placer inmediato que le reporta lo trillado. Ello tanto en las músicas populares como en la música llamada clásica.

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