La Sinfonía No. 8es la última de las sinfonías compuestas durante el periodo vienes de 1768, y ve la luz pocos días antes del regreso de Mozart a Salzburgo. Si en las hermanas precedentes, el impulso característico del nuevo mundo vienés todavía se ve entorpecido por el lastre de la tradición y los anticuados modelos a la italiana, en esta nueva sinfonía – considerada por la crítica como la más avanzada y desarrollada de ésta época – se descubre la armoniosa asimilación del estilo vienés y la simultanea presencia de episodios más libres y originales. Parece, por lo demás, que precisamente durante estos meses Mozart conoció las sinfonías de Joseph Haydn, uno de los compositores que admirará y estimará sin reservas. Es curiosa la imagen que Leopold, envenenado por la hostilidad hacia su hijo, traza del ambiente musical y del público vienés. Dice: (...) que los vieneses no se inclinen a las cosas serias y profundas es algo que todo el mundo conoce. No quieren ver más que simplezas, bailes, diablos, espíritus, encantamientos, payasos, Lipperl, Bernardon, brujas y apariciones, y sus teatros lo demuestran día a día.
El primer viaje por Italia que Mozart y su padre emprendieron en diciembre de 1769, a una edad en que su sensibilidad y su imaginación podían resultar más profundamente marcadas por ese paraíso de la música, tuvieron una influencia considerable en el desarrollo de su personalidad y de su genio. Tenía 13 años, y si hasta entonces su formación había sido bastante provinciana a pesar de sus anteriores travesías por Munich, Viena, París y Londres, estaba bastante preparado para aprovechar las lecciones de un país que, con razón o sin ella, era el que marcaba la pauta musical en Europa, el que imponía sus gustos y, con ellos, a sus virtuosos, sus compositores y sus cantantes.
A finales de 1769, poco antes de partir hacia Italia, Wolfgang compuso en Salzburgo algunas sinfonías (el grupo KV 66c, 66d y 66e, por desgracia perdido), y casi con toda certeza la Sinfonía No. 9, KV 73. La Novena Sinfonía es la primera de Mozart en la tonalidad de Do mayor – la tonalidad de las fiestas y de las ocasiones solemnes – cuyo carácter está acentuado, en este caso, por el uso vienes de las trompetas y el tímpano.
El 21 de abril de 1770, Mozart le escribe desde Roma a su hermana Nanerl lo siguiente: (…) estoy trabajando en el aria ‘Se ardire e esperanza’. Y unos días después le dice: (…) cuando haya concluido esta carta terminaré una sinfonía que empecé; el aria ya está terminada; otra sinfonía se encuentra en manos del copista, que por cierto es papá, porque no queremos dejar que la copien otros para no dar ocasión a que la roben.
Las sinfonías a las que se refería Mozart, pertenecen a un grupo que suelen llamarse Sinfonías Italianas. Son ellas las KV 74, 81, 84, 95, 96 y 97, que pese a su separación en el primer Catálogo Köchel, ven la luz sucesivamente en el transcurso de este primer viaje a Italia.
Hoy se escuchará:
• Sinfonía No. 8 en Re mayor, KV 48. Academia de San Martín-en-los-Campos. Sir Neville Marriner, dirección.
•Sinfonía No. 9 en Do mayor, KV 73. Academia de San Martín en los Campos. Sir Neville Marriner, dirección.
• Aria Se ardire e esperanza (Si valor y esperanza), KV 82. Lilian Sukis, soprano; Orquesta Mozarteum de Salzburgo. Leopold Hager, dirección.
• Sinfonía No. 44 en Re mayor, KV 81. Academia de San Martín en los Campos. Sir Neville Marriner, dirección.
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